Después de comer cogimos todos los bártulos (cámara de fotos, merienda, perro...) y nos fuimos al monte Aloia, en Tui. Fuimos por la autopista de peaje y tuvimos mucha suerte para encontrar el paraje, porque justo nada más enfilar hacia Tui por la entrada norte vimos el desvío a mano derecha. La carretera de subida era bastante retorcida, estrecha y empinada, típica de estos parajes de naturaleza. Hicimos una primera parada en una zona de río, con puentes de madera y cantidad de árboles de hoja caduca que habían dejado el suelo como una alfombra de hojas secas. La temperatura era bastante agradable y casi no había gente. Como llevé mi carpeta de dibujo, me dediqué a pintar el paisaje que tenía delante de mis ojos. Mozart se lo pasó pipa saltando por todos los lados y Juan casi se cae al río por calcular mal la distancia entre las orillas. Mami se mondaba de risa. Una cosa curiosa que vimos fue a una pareja de chicos que tenían un hurón como mascota y lo estaban paseando por el parque. Me lo dejaron coger en brazos para hacerme una foto. Nos echamos en este sitio unas dos horas y luego seguimos en coche hasta la parte más alta del monte, donde encontramos un enorme merendero, un parque infantil, varios miradores y la famosa ermita de San Xiao. Todo era tan bonito que se nos pasó por la cabeza quedarnos a dormir aquí, tirados en cualquier sitio. Ni siquiera Mozart quería montarse en el coche para regresar. Esto fue todo en el día de hoy, un buen día de campo.
P.D.: menos mal que Mami siempre se acuerda de llevar todas las cosas, que si no íbamos a pasar "unha fame..."
P.D.: menos mal que Mami siempre se acuerda de llevar todas las cosas, que si no íbamos a pasar "unha fame..."
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